El suelo permanecía solitario. En una calle perdida, había aparecido de la nada una pared bloqueando el paso.
Aquella calle, de huída entonces, se convertía en una ratonera. Malditos sean entonces todos los esfuerzos por liberar a la población de aquella pesadilla. Parad. Dad media vuelta. Alto. Maldita sea.
¿Y ahora, tras años de gritos de socorro, vienes a liderar el combate? Maldita sea, esta no es la solución correcta. Ni para ti, ni para mí. Ni para ellos.
¿Y escalas la situación? ¿La complicas? ¿EN SERIO LA ESTÁS ESCALANDO? Diablos. Debe basarse uno en un egocentrismo descomunal para soltar treinta burradas por segundo y quedarse en el escenario sin mostrar vergüenza alguna.
Será la paz más atronadora la que nos espera, pues. Llamad a todos los diplomáticos. Que destruyan todos los archivos. Hay que volver a empezar. Que lo tiren todo.
Dad media vuelta.