Y por aquella ventana abierta, entraba el ruido de las olas chocando contra el muro del paseo marítimo.
La luz anaranjada y tenue de las farolas de la calle, acompañaba la oscuridad de la noche; y el brillo de sus ojos, que sonreían apoyados en la ventana.
Y desde aquél sofá salió otra sonrisa, como respuesta al sentido de la vida.